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¿CRISTIANISMO O CRISTIANISMOS? LA SOPORTABLE PLURALIDAD DE LA RELIGIÓN

Decía Nietzsche que solo había conocido un cristiano y que este había muerto en una cruz, así zanjaba el acontecimiento cristiano este discutido pensador.

Yo no me voy a poner el plan Nietzscheano. Ciertamente, ha habido a lo largo de la historia personas que han vivido de un modo original el cristianismo. Por original entiendo un modo muy próximo a como lo vivió el fundador del cristianismo, Jesús de Nazaret.

Estas personas creo que han sido menos de las que dicen ser. Son personas absolutamente excepcionales, aunque no me refiero a que sean santos.  Puede haber algún santo de los conocidos entre ellos, pero también hay gente anónima y probablemente nada significativa para su entorno que  han podido ser excepcionales. El propio Jesus ya sabemos que fue poco conocido en su tiempo; de ahí que haya escasa fuentes históricas sobre él, al margen de los acontecimientos bíblicos.

El resto de los presuntos "seguidores" del Maestro de Galileo hemos ido haciendo nuestro pequeño bricolaje religioso, que ha dado lugar a diversos cristianismos. Esto, a mi juicio, no es negativo; se trata de un mecanismo de supervivencia atendiendo a las capacidades de encaje social y cultural.

Pretendo mostrar en esta reflexión que el fenómeno del "pluralismo social" afecta de tal modo al cristianismo que, de no tenerlo en cuenta, éste puede caer en la ilusión de saberse alguien, siendo casi nada. Y eso, además de un riesgo, es el peor punto de partida si la Iglesia (o las iglesias cristianas), quieren seguir llevando a cabo su tarea evangelizadora. 

Que los cristianismos son muchos es fácil detectarlo incluso dentro del impropiamente llamado "cristianismo oficial"; de hecho no hay un cristianismo oficial; más bien tendríamos que afirmar que hay muchos cristianismos oficiales. Que alguno de ellos se presente con único, es solo una pequeña ilusión pasajera hasta que viene otro más dominante o más influyente. Léase en este sentido la  no-disimulada disputa que actualmente hay en las altas esferas institucionales católicas entre los juanpablistas y benedictinistas por una parte y los francisquistas por otra. Cuestión de tiempos, de modas... o de poder.

Independientemente de lo anterior, que preocupa sólo a la parte más institucional del catolicismo, en mi humilde opinión, actualmente coexisten tres formas de cristianismo que son abiertamente distintos. Me atrevería a decir que son tres religiones distintas, en el sentido de que reproducen "modelos" religiosos diferentes. En la práctica puede parecer que son variantes de un mismo modelo, pero mi opinión es manifiestamente contraria; no se trata de variantes sino de "modelos" esencialmente distintas, y entre dichos modelos no hay ningún punto de contacto, aunque aparentemente mantengan la ilusión del parecido.

Quizás sean tres formas válidas; gestionan demandas religiosas de determinados colectivos, y en la medida en que la gestión de tales demandas "le sirven" al ser humano, sin denigrarlo, considero que ha de ser aceptada si es acogida con libertad y nunca impuesta.

Honradamente hemos de reconocer que junto a estos modelos, existen destellos también en la actualidad de lo que anteriormente denominábamos "cristianismo original", es decir, un cristianismo que por la motivación de sus actores mantienen viva con cierta densidad la intuición del evangelio. Pero a mi juicio ese cristianismo es residual; incluso me atrevería a decir que no tiene más remedio que ser residual, si no quiere hacer concesiones a los intereses laberínticos del devenir histórico. Estos destellos de "cristianismo original" son el permanente contraste con el que deben "medirse" las distintas concreciones históricas de la religión cristiana.

Hecha esta advertencia, describo los "modelos de cristianismo" con los que no encontramos en nuestra sociedad. Como no tengo muchas pretensiones, me circunscribo solo a las áreas a las que llega mi mirada; es decir, mi entorno.. y poco más. Pero ya sabemos que "visto un entorno.... vistos todos", según reza el axioma de la globalización.

Modelo 1: Cristianismo entendido como Religiosidad Popular:
Efectivamente, hoy, todo el cristianismo es religiosidad popular.  Es un cristianismo manufacturado por y para sus destinatarios. Por "religiosidad popular" entiendo un amplio abanico de expresiones.

En primer lugar, y por el impacto que tiene en la ciudadanía, religiosidad popular es todo el sentimiento vinculado a las formas pasioneras de vivir la fe en Semana Santa, fiestas patronales y cualquier tipo de costumbres vinculadas a los ciclos naturales de las personas (vida-muerte) o de la naturaleza (siembra-cosecha) que la religión cristiana acertó a a "cristianizar". El sentir religioso de muchas personas (y son muchas) pasa por este tipo de experiencia.

En segundo lugar, hay una "religiosidad popular" que nutre incluso a la sacrametalidad de la Iglesia. Nuestros modelos de iniciación cristiana (Bautismo-Confirmación-Eucaristía) responden actualmente a los criterios de "religiosidad popular"; esta opción, respetable, ha conllevado la pérdida de lo que de "iniciático" tenía en su origen. 

Pero no solo la iniciación cristiana, también la celebración sacramental de matrimonio es "religiosidad popular", baste para ello comprobar muchas concreciones rituales del mismo o la escasa (por no decir nula) vinculación de la mayoría de los contrayentes con la moral familiar y sexual que propone la Iglesia. Pero insisto, esto no tiene porqué ser malo, simplemente es una religión nueva, distinta al cristianismo original;  un culto nuevo que se nutre de feligreses propios. Es un cristianismo re-inventado y culturalmente manufacturado conforme a unos intereses muy identificados. 

En tercer lugar, religiosidad popular es también la plural recepción de los principios morales que propugna la Iglesia. Hay tantas "morales católicas" como "popularizaciones de la religión". Por tanto, este cristianismo de "religiosidad popular" dispone de una piedad, una sacramentalidad y una moral propias;  es todo un sistema; toda una completa nueva religión que tiene su feligresía que la sustenta y sus ministros que la mantienen.

A todo lo anterior hay que añadir que este cristianismo de religiosidad popular, en sus diversiones y complementarias expresiones, ha incorporado una muy notable gestión de necesidades y urgencias en relación con la justicia social, a través de variadas instituciones de solidaridad. Dicho sea de paso, estas instituciones son lugares de encuentros plurales donde la creencia y la práctica religiosa no es, de suyo, criterio de pertenencia.

Modelo 2: Cristianismo entendido como Populismo Religioso:

El "populismo religioso" ancla sus raíces en la religiosidad popular pero supone una evolución. Quienes favorecen estas prácticas reclamarán para si una sólida base religiosa, pero en todo caso considero que, si las tuviera, suponen un perfil religioso distinto, y en nada equiparable a la "religiosidad popular". Se trata de otra "nueva religión". 

El proceso de conversión de un fenómeno espiritual en "populismo religioso" es perfectamente identificable desde el punto de vista de la estricta observancia de los procesos sociales: se trata de hacer una especie de taxidermismo espiritual. Me explico. 

Básicamente los taxidermistan vacían el contenido y dejan la forma. Esto es lo que pasa exactamente con los populismo religiosos; son formas sin fondo. Podría poner ejemplos pero desvirtuaría  el estricto interés teórico de este escrito además de dañar alguna que otra sensibilidad. Y no es el caso. 

La expresión "formas sin fondo" quizás sea la más expresiva para definir este modelo. Se trata de una religión de sensaciones más que de sentimientos. Se explota lo visual, más que la mirada; el brillo, más que la luz; el sonido, más que la escucha; la posesión, más que el tacto, en defiitiva , lo adjetivo más que los sustantivo

El populismo religioso es una industria que produce en las agencias de espiritualidad no solo dinero, sino también otro tipo de capitales simbólicos: identidad, fama, influencia... La clave de su crecimiento está en la radicalización de su propia esencia, a saber, a más vaciamiento de contenido y más inversión en formas, más éxito, más seguidores, más feligresía.

El populismo religioso es un fenómeno contagiante; realmente esto es parte de su éxito. Un populismo religioso que no se contagia está llamado al fracaso y al olvido. Por contra, cuando consigue su objetivo,  acaba adueñándose del universo cosmovisonal tanto de los feligreses a quienes seduce como de los ministros que lo sirven. Y en sus expresiones más totalizantes es un buen sustituto del Prozac o del mejor de los ansiolíticos, según estados de ánimo.

Ciertamente los populismos religiosos, al margen de su apariencia  tienen muy baja densidad religiosa, aunque resulta ser a la larga un mecanismo bastante efectivo para la prolongación en el tiempo de la memoria de lo divino, en las sociedades en las que se manifiesta.

Modelo 3: Cristianismo entendido como Civilismo Religioso:

El civilismo religioso es propio de sociedades en las que el hecho cristiano es (o ha sido) muy fuerte culturalmente hablando y se ha mimetizado de tal forma con el ambiente que sus "maneras" son adoptados civilmente, aunque desgajadas ya de cualquier pretensión trascendente. Como dice R. Calasso en una reciente publicación, tal modelo de cristianismo resulta de aplicar "preceptos de herencia cristiana reblandecidos y edulcorados". Describimos a continuación algunas de estas formas de "civilismo religioso" (o civilismo cristiano). Obviamente, este modelo religioso es más bien pseudoreligioso y supone ya una desvirtuación muy notable de cualquier propuesta trascedente.Esto no significa que puede tener efectos ambivalentes en la sociedad que puede ir desde un cierto cinismo social para unos, hasta una oportunidad evangelizadora para otros, pasando por el territorio intermedio de la tremenda ambigüedad.

Una primera expresión de civilismo religioso tiene que ver con el lenguaje. Buena prueba de ello son las absurdas palabras que se emplean  para definir los nuevos "ritos de paso" que se realizan como alternativa al Bautismo o a la Primera Comunión. Y así, se habla de "bautizos" o "primeras comuniones" por lo civil. Da la sensación de que a la civilidad le cuesta encontrarse consigo misma y necesita pedir restado a la "cultura cristiana"  su universo conceptual.

Una segunda expresión de civilismo religioso cristiano ocurre cuando no sólo se adopta el lenguaje, sino también ciertos símbolos "sagrados". Me remito a un hecho personal reciente que es suficientemente descriptivo. No hace mucho fui de invitado a una boda "civil". Advierto que fui como invitado y sentado entre los invitados para evitar malentendido. Oficiaba civilmente la ceremonia un agente debidamente habilitado para la cuestión. Tras una bella invitación a la conciencia del acontecimiento que nos daba cita en aquel lugar, le siguió, programa en mano, la lectura de la primera cartas de San pablo a Corintios correspondiente a su capitulo 13, donde podemos encontrar el famoso himno al amor. Después de una serena intervención musical, el oficiante leyó un texto con una prosa musicada muy "atractiva" en la que no faltaban referencias a palabras de Jesús el Nazareno en la versión de San Juan; concluyó ese texto con un bello párrafo de San Juan de la Cruz describiendo las características del alma enamorada. Después de las palabras del código civil expresando el consentimiento de los contrayentes y el intercambio de alianzas, realizado como mucho estilo, algunos invitados a la boda intervinieron con "ofrendas" de objetos significativos concluyendo cada una de ellas con un deseo o "petición" para los nuevos esposos. En este sentido he de decir que el guión explicativo del acto describía ese momento como "ofrenda y peticiones". Mi capacidad de asombro todavía recibió un "input" considerable cuando el oficiante civil nos invitada a rezar la oración del Padre Nuestro. Una intervención musical dio paso al acto final, consistente en un prolongado y aplaudido beso de los esposos. El mejor resumen de esta celebración la realizó quien estaba a mi lado que, entre aplausos, me dijo: esta es como una boda de las tuyas pero sin misa.

Según me dijeron, en el lugar en el que se hizo esta celebración, uno de los "modelos" de celebración que se ofrece es este. Si lo miramos con estricta lucidez sociológica, creo que es una buena noticia para el cristianismo, porque más allá de la fe que ha de sustentar a la practica religiosa, la cosmovisión cristiana ha impregnado la cultura civil.

Una tercera expresión de civilismo religiosa podemos encontrarla también en uno de las razones que se suele esgrimir para justificar la enseñanza de la religión católica es la escuela. Efectivamente, uno de los argumentos -no el único-  para defender la existencia de dicha clase de religión católica es que ella permite aprender a que niños y adolescentes se situen culturalmente en la sociedad. Muchas huellas culturales, generalmente del pasado, no serían comprensibles en la actualidad sino no nos dotamos de una comprensión del hecho religioso. Esta comprensión no tiene porqué llevar incorporada una demanda de trascendencia en la realidad. Esto es civilismo religioso. Obviamente no es malo; pero esto no es proporcional a la permeabilidad del hecho cristiano actual en la actual sociedad. 

Hay muchas más muestras de este civilismo religioso pero no es pretensión de esta reflexión su extensión. Dejamos constancia de esta "forma religiosa" mutada de cristianismo que ha encontrado acomodo en la sociedad. Ser conscientes de ella tambiñen,resulta decisivo a la hora de plantear la tarea evangelizadora de la Iglesia.

Conclusiones breves.

*La hipótesis del dios cristiano tiene plena carta de ciudadanía en las sociedades modernas, postmodernas y transmodernas en las que vivimos.

*Nadie es dueño de tal hipótesis, porque cada persona, grupo humano, lobby de intereses u organización social influyente, codifica a su acomodo (demanda)  los distintos modelos (ofertas) con los que se encuentra.

*El "cristianismo original" o "hilo de memoria" que garantizan una cierta autenticidad de esta propuesta religiosa, también se puede encontrar en nuestra sociedad a modo de minúsculos destellos, no necesariamente vinculados a experiencias heroicas o sobrehumanas, sino, en la mayoría de los casos, en testimonios bastante anónimos y callados. Ese anonimato, a nuestro juicio, es la garantía de su permanencia.

*La parte más institucional del catolicismo evidencia dificultades muy sobresalientes, para "digerir" la irrenunciable pluralidad de formas cristianas presentes en nuestra sociedad.

*En general, a los modelos cristianos que hemos descrito, se accede más por plausibilidad social que por convicción personal, de ahí que sean formas religiosas líquidas, normalmente poco controlables y con un alto índice de volatilidad social.

©Fco Jesús Genestal Roche.





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